LO MEJOR DE LA PSICOLOGIA Y LAS HABILIDADES SOCIALES ON-LINE


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Definición de Habilidades Sociales:

Las Habilidades Sociales (HH.SS.) no tienen una definición única y determinada, pues hay una confusión ideal al respecto, en tanto que no hay acuerdo por la parte de la comunidad científica.

No obstante pueden ser definidas conforme sus primordiales peculiaridades, y éstas son que las habilidades sociales son:

Un conjunto de conductas aprendidas de forma natural (y por ende, pueden ser enseñadas) que se manifiestan en situaciones interpersonales, socialmente admitidas (implica tener en consideración reglas sociales y reglas legales del contexto social y cultural en el que tienen sitio, tal como criterios morales).

Por si fuera poco, las HH.SS. están orientadas a la obtención de reforzamientos ambientales (consecución de objetos materiales o bien refuerzos sociales) o bien autorefuerzos.

Las HH.SS. asimismo son conductas socias a los animales, puestas de manifiesto en las relaciones con otros seres de exactamente la misma especie. En el caso de las personas, estas dotan a quien las tiene de una mayor capacidad para conseguir los objetivos que pretende, sosteniendo su autoestima sin dañar la de las personas que la rodean.

Estas conductas se fundamentan esencialmente en el dominio de las habilidades de comunicación y requieren de un buen autocontrol sensible por la parte del individuo.

En muchas enfermedades mentales el área de las habilidades sociales es entre las más perjudicadas, con lo que su trabajo en la rehabilitación psicosocial es muy importante.

 

Primordiales Habilidades Sociales:

•         La expresión verbal de las conmuevas.

•         La expresión facial de las conmuevas.

•         El uso deliberado de la primera persona al charlar.

•         El estar conforme cuando se reciben cumplidos o bien loas.

•         Expresar disconformodidad.

•         La improvisación y actuación espontánea.

 

Relevancia de las Habilidades Sociales y sus funciones:

Hoy día las Habilidades Sociales (HHSS) cobran singular relevancia en diferentes campos por las próximas razones:

Una baja aceptación personal, rechazo o bien aislamiento social son consecuencias de no contar con de habilidades sociales convenientes.

Las Habilidades Sociales relacionan positivamente con medidas de popularidad, desempeño académico y incremento de la autoestima. Las Habilidades Sociales se forman desde el hogar y también influye la escuela.

En el campo de la Sicología de la Salud, se aplican para el tratamiento y prevención de la presión, alcoholismo, esquizofrenia, etcétera

La falta de HHSS favorece el comportamiento disruptivo, lo que complica la educación.

Las Habilidades Sociales aportan las próximas ventajas:

•         Son reforzadores en situaciones de interacción social.

•         Sostienen o bien mejoran la relación interpersonal con otras personas. Una buena relación y comunicación es entre los puntos base para siguientes intervenciones con cualquier clase de colectivo.

•         Reduce el agobio y la ansiedad ante ciertas situaciones sociales.

•         Sostiene y mejora la autoestima y el autoconcepto.

 

Inteligencia Emocional y Habilidades Sociales:

La inteligencia sensible reúne al conjunto de habilidades sicológicas que dejan querer y expresar de forma equilibrada nuestras conmuevas, comprender las del resto, y usar esta información para guiar nuestra forma de meditar y nuestro comportamiento.

Si bien las definiciones populares de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, como la memoria y la capacidad para solucionar inconvenientes, múltiples estudiosos influyentes en el campo del estudio de la inteligencia empezaron a reconocer hace ya tiempo la relevancia de los aspectos no cognitivos.

Edward L. Thorndike, en mil novecientos veinte, usó el término inteligencia social para describir la habilidad de entender y motivar a otras personas.

En mil novecientos cuarenta, D. Wechsler describió la repercusión de factores no intelectivos sobre el comportamiento inteligente y mantuvo, por si fuera poco, que los tests de inteligencia no serían completos hasta el momento en que no se pudiesen describir apropiadamente estos factores.

Desafortunadamente, el trabajo de estos vanguardistas pasó inadvertido a lo largo de un buen tiempo hasta el momento en que, en mil novecientos ochenta y tres, Howard Gardner, en su libro “Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica”, introdujo la idea de que los indicadores de inteligencia, como el cociente intelectual, no explican totalmente la capacidad cognitiva, por el hecho de que no tienen presente ni la “inteligencia interpersonal” (la capacidad para entender las pretensiones, motivaciones y deseos de otras personas) ni la “inteligencia intrapersonal” (la capacidad para entenderse uno mismo, estimar los sentimientos, miedos y motivaciones propios).

El primer empleo del término inteligencia sensible en general es atribuido a Wayne Payne, convocado en su tesis Una investigación de las emociones: el desarrollo de la inteligencia sensible (mil novecientos ochenta y cinco).

No obstante, esta expresión ya había aparecido ya antes en textos de Beldoch (mil novecientos sesenta y cuatro),y Leuner (mil novecientos sesenta y seis).7 Stanley Greenspan asimismo planteó un modelo de inteligencia sensible en mil novecientos ochenta y nueve, como Peter Salovey y John D. Mayer.

La relevancia de las conmuevas en el planeta laboral y la investigación sobre el tema prosiguió ganando impulso, mas no fue hasta la publicación en mil novecientos noventa y cinco del insigne libro de D. Goleman, “Inteligencia emocional”, cuando se popularizó.

En ese año, la gaceta "Time" fue el primer medio de masas interesado en la IE que publicó un relevante artículo de Nancy Gibbs sobre el texto de Goleman.

El éxito de ventas del libro de Goleman aumentó la difusión popular del término inteligencia sensible hasta límites inesperados, haciéndose muy popular en forma de artículos en periódicos y gacetas, tiras cómicas, programas educativos, cursos de capacitación para empresas, juguetes, o bien resúmenes divulgativos de los propios libros de Goleman.

La amígdala cerebral y el hipocampo fueron 2 piezas clave del primitivo «cerebro olfativo» que, a lo largo del proceso evolutivo, acabó dando origen al córtex y más tarde al neocórtex.

La amígdala tiene forma de almendra con estructuras interconectadas asentadas sobre el leño cerebral. Hay 2 amígdalas a cada lado del cerebro y la nuestra es la más grande equiparada con la de los primates.

La amígdala está experta en las cuestiones sensibles y se considera una estructura límbica muy ligada a los procesos del aprendizaje y la memoria.

Si la amígdala es separada del cerebro no es posible estimar el significado sensible de diferentes sucesos, lo que se le conoce como ceguera cariñosa.

Aparte de la pérdida de cariño y coherente pérdida de memoria, la amígdala, así como la circunvolución cingulada, deja la secreción de lágrimas y marcha como un depósito de la memoria con lo que quien vive sin amígdala prácticamente pierde la memoria, en tanto que la amígdala guarda aquellos recuerdos que más impacto sensible tuvieron en nuestra vida, como los traumas o bien nuestros instantes más felices.

Forma una suerte de depósito de la memoria sensible. Es la responsable de activar la secreción de dosis masivas de noradrenalina, que estimula los sentidos y pone al cerebro en estado de alarma.

LeDoux descubrió que la primera zona cerebral por la que pasan las señales sensoriales provenientes de los ojos o bien de los oídos es el tálamo y, desde ahí y mediante una sola sinapsis, la amígdala.

Otra vía procedente del tálamo lleva la señal hasta el neocórtex —el cerebro pensante—, dejando que la amígdala empiece a contestar antes que el neocórtex haya ponderado la información.

Conforme LeDoux: «anatómicamente hablando, el sistema sensible puede actuar con independencia del neocórtex. Existen ciertas reacciones y recuerdos sensibles que tienen sitio sin la menor participación cognitiva consciente».

Las creencias inconscientes son recuerdos sensibles que se guardan en la amígdala. El hipocampo registra los hechos puros, y la amígdala es la responsable de registrar el «clima emocional» que acompaña a estos hechos.

Para LeDoux «el hipocampo es una estructura esencial para reconocer un semblante como el de su prima, mas es la amígdala la que le añade el tiempo sensible de que no semeja tenerla en mucha estima».

Esto quiere decir que el cerebro dispone de 2 sistemas de registro, uno para los hechos ordinarios y otro para los recuerdos con una intensa carga sensible.

El cerebro utiliza un fácil procedimiento para registrar recuerdos sensibles con mucha fuerza: los sistemas de alarma neuroquímica que preparan al organismo para combatir o bien huir en un instante de riesgo asimismo graban aquel instante en la memoria con intensidad.

Sometido a tensión, ansiedad o bien dicha un nervio que va del cerebro a las glándulas suprarrenales (que son glándulas ubicadas sobre los riñones) provoca secreción de hormonas epinefrina y norepinefrina; estas activan los receptores del nervio haragán y este transporta mensajes desde el cerebro para regular el corazón y lleva señales de vuelta al cerebro provocadas por estas 2 hormonas.

La amígdala es el sitio más esencial del cerebro al que van estas señales, activan neuronas en la amígdala para señalar a otras zonas del cerebro que fortalezcan la memoria para registrar lo ocurrido, lo que explica por qué razón en ocasiones tenemos traumas o bien recuerdos sensibles con determinado nivel de intensidad y no sabemos por qué razón.

En el alterable planeta social, entre los inconvenientes de este sistema de alarma neuronal es que, con más frecuencia de la deseable, el mensaje de emergencia mandado por la amígdala acostumbra a ser obsoleto.

La amígdala examina la experiencia presente y la equipara con lo que sucedió anteriormente, usando un procedimiento asociativo, comparando situaciones por el simple hecho de compartir unos pocos rasgos propios afines, haciendo reaccionar con respuestas que fueron grabadas mucho hace un tiempo, en ocasiones obsoletas.

En opinión de LeDoux, la interacción entre el pequeño y sus cuidadores a lo largo de los primeros años de vida forma un genuino aprendizaje sensible, y es tan poderoso y resulta tan bien difícil de entender para el adulto por el hecho de que está grabado en la amígdala con la ramplona impronta no verbal propia de la vida sensible.

Lo que explica el desconcierto ante nuestros estallidos sensibles es que acostumbran a datar de un periodo tan temprano que las cosas nos desconcertaban y ni tan siquiera disponíamos de palabras para entender lo que sucedía.

En esta primera etapa de la vida el hipocampo (vital para recuerdos narrativos) y el neocórtex (base del pensamiento racional) todavía deben desarrollarse, mas la amígdala, que madura rapidísimo cuando somos pequeños, es considerablemente más probable que esté formada al instante de nacer.

LeDoux nos afirma que la amígdala sosten un principio básico del pensamiento psicoanalítico: que las interactúes del pequeño con los adultos y personas que lo rodean le dan lecciones sensibles basadas en su adaptación y contrariedades en sus relaciones.

Conforme el sicólogo estadounidense John Maxtell, carece de sentido postular que la evolución ha pasado por alto depurar este sistema de alarma. Si persiste hasta nuestros días, lo ha hecho por ser funcional, por lo tanto no está trasnochado.

 La evolución es inexorable y borra de la existencia todo cuanto no aporta nada a la supervivencia de cada especie. Los humanos evolucionamos paralelamente al resto de seres vivos de la tierra. Los condicionantes que dirigen nuestra evolución los impone el hábitat artificial que  mismos hemos construido, urbes, sociedad etcétera

Nosotros estamos condicionando nuestra evolución, dando como desenlace el desarrollo de una capa de pensamiento racional, al servicio de nuestro lado sensible, que nos ayuda a vivir en nuestro medio.

Interpretar las señales de tráfico, desarrollar un rol en el trabajo, buscar una casa donde vivir, son cuestiones que todos manejamos diariamente, mas desde el punto de vista evolutivo es vivir en un medio. Lo que somos el día de hoy, es el producto de esta evolución coche-condicionada. (Teoría de la evolución coche-condicionada, John Maxtell).

Regular las respuestas sensibles se puede aprender. Al tiempo es un signo de maduración y de inteligencia. En la primera niñez, frecuentemente no regulamos nuestra respuesta sensible, sencillamente la expresamos o bien explota.

Socialmente se admite, y se disculpa este género de "sinceridad" en las respuestas sensibles de los pequeños y las pequeñas pequeñas. Y conforme se marchan haciendo mayores, el índice de tolerancia dada esta inmediatez en las respuestas va reduciendo hasta llegar a la madurez, cuando socialmente se demandan la regulación sensible.

Con su aprendizaje logramos compensar 2 fuerzas opuestas. Por una parte, la necesidad biológica de la respuesta sensible, y por el otro, la necesidad de respetar determinadas reglas de convivencia. La opción alternativa que se plantea es que existen conmuevas a consecuencia de la respuesta de la persona frente a una situación.

La opción alternativa que plantea Manel Güell Barceló en su libro ¿Tengo Inteligencia Sensible? es estimar que no existen conmuevas positivas ni negativas. Sencillamente existen conmuevas a consecuencia de la respuesta de la persona frente a una situación.

Asimismo es verdad que determinadas conmuevas son útiles y traen un beneficio al individuo y otras no. Desde este hecho podemos dividir las conmuevas respuestas sensibles eficaces, útiles y adaptativas y respuestas sensibles no eficaces, poco útiles o bien poco adaptativas.

Una respuesta sensible (alegría, ira, vergüenza) va a ser útil dependiendo del contexto. Si la respuesta es adaptativa y nos ayuda a relacionarnos con el planeta que nos circunda, con el resto y con nosotros mismos, va a ser una emoción eficaz. De este modo todas y cada una de las respuestas sensibles son positivas toda vez que se empleen apropiadamente.

D. Goleman mienta en su Libro de Inteligencia Sensible que en la Empresa,cuando charlamos de autocontrol sensible no estamos abogando, de ninguna forma, por la negación o bien opresión de nuestros auténticos sentimientos.

El "mal" humor, por poner un ejemplo, asimismo tiene su utilidad; el enfurezco, la melancolía y el temor pueden ser fuentes de inventiva, energía y comunicación; el enfado puede formar una intensa fuente de motivación, en especial cuando brota de la necesidad de arreglar una injusticia o bien un abuso; el hecho de compartir la tristeza puede hacer que las personas se sientan más unidas y la emergencia nacida de la ansiedad —siempre que no llegue a atribularnos— puede estimular la inventiva.

Asimismo hay que decir que el autocontrol sensible no es exactamente lo mismo que el exceso de control, o sea, la extinción de todo sentimiento espontáneo que, evidentemente, tiene un costo físico y mental. La gente que sofoca sus sentimientos —especialmente cuando son muy negativos— eleva su ritmo cardiaco, un síntoma indudable de hipertensión.

Y cuando esta opresión sensible adquiere carácter crónico, puede llegar a bloquear el funcionamiento del pensamiento, trastocar las funciones intelectuales y obstruir la interacción equilibrada con nuestros semejantes. Por contra, la competencia sensible implica que tenemos la posibilidad de seleccionar de qué manera expresar nuestros sentimientos.

 



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